La Ciudad Reusable.
El enfoque de la Ciudad Reusable completa la trilogía de modelos de ciudad; de guías para orientar el desarrollo urbano en nuestra región. Según Sir Richard Rogers en su libro "Ciudades para un pequeño planeta", "….las propias ciudades deben concebirse como sistemas ecológicos y es esta actitud la que debe dirigir nuestro enfoque para planificarlas y gestionar la explotación de sus recursos." En este sentido es importante observar que tipo de "Metabolismo" tiene la ciudad en relación con la gestión de sus recursos.
Las ciudades de metabolismo "lineal" consumen y contaminan en grandes proporciones. Las ciudades de metabolismo "circular" minorizan las materias primas nuevas y acrecientan al máximo el reciclaje. El proceso lineal establece la cadena de adquisición de energía (obtenida de recursos no renovables como el carbón o el petróleo), materias primas o productos, su uso y consumo y su disposición final como residuos, los cuales pueden ser orgánicos, inorgánicos y emisiones a la atmosfera. En las ciudades con metabolismo circular la energía proviene en gran parte de energías renovables y las materias primas en parte son producto de reciclado, a su vez, los residuos originados son regresados al proceso por medio del reuso o el reciclado lo que minimiza al máximo la contaminación al medio ambiente.
En la Ciudad Reusable debemos considerar a nuestro entorno construido como susceptible de reuso, en lugar de pensar como primera opción en demoler para construir. Al volver a utilizar nuestros edificios dotándolos de nuevos usos y actividades, evitamos extender la ciudad con nuevos desarrollos lo que nos acerca al modelo de la Ciudad Compacta y al mismo tiempo minimizamos la generación de residuos vía escombros los cuales inevitablemente van a parar a la periferia de nuestras ciudades contaminando principalmente el medio rural. Para entender este enfoque hay que considerar que todo nuestro entorno construido llámese edificios, vialidades, vegetación, infraestructuras, etc. Son en realidad fuertes inversiones en recursos, tiempo y dinero que no se pueden eliminar sin antes evaluar detenidamente el costo beneficio de su remplazo.
Tomemos por ejemplo el caso de la remoción sistemática de vegetación y en especial de los arboles en nuestra región. Si nos detuviéramos a pensar lo que realmente vale un árbol en términos de cuidado y mantenimiento durante años, los cientos de litros de agua que se requieren, el tiempo destinado en podarlos y en retirar las hojas secas cada Otoño, así como el hecho de que los arboles son los principales aportadores de oxigeno y nuestra mayor defensa contra la contaminación atmosférica, nos daríamos cuenta del gran daño que hacemos y nos hacemos al derribar un árbol. Lo mismo pasa con nuestros edificios y en especial con los mas antiguos. No nos detenemos a pensar que en ellos está depositada la memoria histórica y la identidad de nuestra ciudad y nuestra gente. Los edificios son el escenario de los acontecimientos de una ciudad a través del tiempo y representan lo que somos y nuestra cultura. Conservar un edificio histórico es respetar el pasado de nuestra ciudad y asegurarlo para las generaciones venideras, esta es una autentica actitud sustentable.
Imagen: Centro Historico de Santiago de Chile.